DEAR COPENHAGEN

Por Agostina Albornoz


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Gracias por tus enseñanzas en este corto o largo tiempo de convivencia. Hoy me sentí inspirada a contarte algunas cosas que quizás aún no sabes sobre mí…
Primero… no soy turista, pues en 8 meses de habitarte no he visto ni 5 de tus puntos emblemáticos. No es que no me interese, pero se que tu esencia se esconde en lo que no muestran los tour.

Soy suramericana, trabajo y vivo aquí pero no me considero inmigrante, pues no es mi intención pasar aquí más de lo suficiente para que nos aprendamos a querer pero sin agobiarnos en una relación asfixiante. Tampoco soy extranjera porque para mí la tierra toda es un país que considero mi hogar.

Se que necesitás una definición para entenderme y solo te puedo decir que soy viajera. Artista del desapego. Mi andar es «trashumante» como dijo Girondo, una hermosa definición que nos regaló a los viajeros este grandioso poeta.

Puedo reconocer y admirar las bondades de habitar tus tierras. Sobre todo porque he descubierto que el sistema capitalista funciona muy bien en este paraje. Pues claro, tus primos hermanos los ingleses lo han inventado y tiene mucho sentido a su forma de ser. A esta forma de ser extraña a nuestra perspectiva, calculada, controlada, cibernética, exacta, planificada. Por suerte uno siempre termina descubriendo sus recovecos mágicos donde lo inimaginable acontece, donde la espontaneidad fluye y la música de verdad (no electrónica) se entona alto.

Espero que las miles de coronas que pagué de impuestos te hagan cada día más bella, más justa y más equitativa. Porque agradezco la abundancia que has puesto en mi camino, pero no me distraigo del hecho de que aún habiendo cobrado menos de la mitad de un sueldo básico de un danés, mi esfuerzo paga el mismo porcentaje de colaboración impositiva a esta generosa sociedad.

Algunas cosas más que me gustaría expresarte antes de partir…

– La caridad como moneda corriente. A veces pienso que el concepto de Caridad no ha tenido suficiente debate por aquí, ya que abundan las alcancías con fotos de niños africanos tristes, los pedidos de colaboración de organizaciones que supuestamente ayudan a los países en desgracia económica o a los refugiados y los locales de artículos de segunda mano, incluída la gigante Cruz Roja (con locales en cada barrio de Cph), que dicen enviar las ganancias de sus ventas a ayuda humanitaria. No digo que realmente no envíen esos fondos para dar comida, salud o educación a esas personas, porque no tengo manera de confirmarlo, lo que me sorprende es la fuerte presencia de estas organizaciones brindando lo que en sudamérica entendemos como «Asistencialismo». Es decir, darle al otro todo lo que necesita, sin que tenga lo que realmente necesita para salir de ese estado de pobreza: el conocimiento y las oportunidades para valerse por sí mismo.

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– Reciclar no es Ecológico. Aunque parezca una paradoja, me atrevo a decir esto porque si bien admiro la dedicación de los daneses a separar el vidrio, del plástico duro, del plástico blando, del cartón, del papel, del metal, de la tecnología, de las baterías, de los residuos orgánicos (esto último como novedad se implementó durante nuestra estadía, repartiendo tachitos verdes en cada casa, con bolsitas biodegrables y agregando un tacho exclusivo para lo «BIO» en el patio de cada complejo de edificios); todo ese esfuerzo viene respondiendo a un altísimo nivel de consumo de materiales que, a nuestra llegada, nos dejaron boquiabiertos: cada fruta/ verdura/ hongo, viene dispuesto en un envase de plastico duro y una bolsa que lo envuelve, exceso de paquetes para algo que dura 1 segundo; electrodomésticos y muebles casi nuevos sino nuevos desechados en cualquier esquina, al igual que ropa, calzado y todo tipo de artefactos. Como si el comprar y tirar sea un deporte nacional. No les tiembra la mano a la hora de deshacerse de cualquier cosa que les ocupe lugar aunque funcione perfectamente. Entonces me pregunto…¿Qué sentido tiene ser recicladores expertos si, al mismo tiempo, son grandes productores de basura?. Ser o no ser…¿Parte de la solución o parte del problema?

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Encuentro sobre cambio climático frente al Ayuntamiento de Copenhagen

– Por último me voy sin consuelo ante la triste realidad del (ab)uso de pieles de animales en abrigo y decoración, algo que se ve en todos lados y mucho, al punto de haberme encontrado una cebra de patas abiertas extendida en el living de un departamento. Y ni hablar del fetiche de los animales embalsamados: Ciervos, Águilas, Ardillas, Pájaros de diversas especies posando tiesos en el marco de cualquier ventana. Extraña y curiosa práctica muy difundida que encuentro literalmente perversa, que me duele y no deja de espantarme, mientras ando en bicicleta ver a otras mujeres pedaleando a la par mientras lucen el espectacular abrigo robado a algún oso salvaje.

 

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