Por Agostina Albornoz

Hay cosas que hasta ahora no salieron de la mochila.

Hay cosas dentro de la mochila que están húmedas.

Hay cosas que sobran y otras que hacen falta.

Hay cosas que pesan y también hay plumas, pero suman.

Hay cosas que se olvidan y no vuelven más.

Hay cosas que quisieras olvidar.

Hay cosas que hacen como que no están, y cuando menos lo esperás…aparecen! donde menos lo imaginás.

Hay cosas que se quedan y te siguen hasta el final…

Hay cosas , hay cosas…

La mochila es como mi casa, sus compartimientos son sus habitaciones y los bolsillos, como estantes y cajones. Todo tiene un sentido esencialmente útil y práctico. Es totalmente ahora, totalmente presente. Cualquier pavadita que le agregás, tu espalda lo sentirá. No es posible acumular, ni los regalos escapan al análisis cualitativo y a la relación peso/tamaño/nivel de uso. Y vale agregar, que los objetos que aprueban esta evaluación, siempre tienen características Multi-función.

Con el pasar de los viajes nos volvemos expertos en achicar, comprimir, encajar como en un tretris, todo lo que osamos llevar.

Aprendemos que un botiquín puede ser importante, pero que cuando se viaja, el gozo de la aventura es un antídoto para todo mal.  Hasta las enfermedades llamadas «crónicas» se van despidiendo con este santo remedio.

Entendemos que la mayor autonomía, es la mejor aliada del ahorro y la improvisación. Poder armar una cocina, un dormitorio, un taller creativo en cualquier paradero nos salva del hambre, del cansancio y del aburrimiento. Así, todo lugar es tu lugar, todo paisaje es tu ventanal.

«Let your memory be your travel bag» Aleksandr Solzhenitsyn